viernes, 14 de noviembre de 2014

CONSECUENCIAS DE LA CONTAMINACION LUMINICA
 
El uso de luminarias (farolas, proyectores o focos, etc) que, debido a un mal diseño luminotécnico o a una colocación inapropiada, dejan escapar buena parte del flujo luminoso fuera del área que se necesita iluminar.
Una excesiva iluminación, produce asimismo innecesarias pérdidas de luz por reflexión en el suelo y demás objetos sobreiluminados.
La falta de sensibilidad de las personas y sobre todo de las entidades responsables es debida principalmente a una falta de información unida al hecho frecuente de que al vivir durante mucho tiempo con este problema, nos hemos acostumbrado a él y ya no lo percibimos como tal...
 
 
Malgasto energético y económico:
La luz no aprovechada, que con frecuencia supera el 25 % llegando en algunos casos a superar el 50 % (farolas tipo globo), también tenemos que pagarla. Nos obliga a usar lámparas de mayor potencia ya que solo estamos utilizando una parte de la misma, perdiéndose el resto innecesariamente. Este exceso de consumo que deben de suministrar las centrales eléctricas, supone un mayor gasto de combustible y esto trae a consecuencia, una mayor emisión de gases contaminantes a la atmósfera; responsables entre otras cosas del efecto invernadero que está haciendo aumentar la temperatura media de nuestro planeta y de la lluvia ácida que destruye los bosques.
 
Deslumbramiento:
La luz que incide directamente desde la lámpara en nuestros ojos tiene una intensidad bastante superior a la que nos llega reflejada por el suelo y por los obstáculos que en él se presenten, haciendo que los veamos peor, ya que la abertura de las pupilas se ha cerrado hasta adaptarse a aquella mayor intensidad luminosa.

También afecta negativamente a la vida nocturna de la fauna, como por ejemplo a ciertas aves (un caso muy conocido es el de las crias de pardela que en su primer vuelo se desorientan y se estrellan debido al deslumbramiento de las poblaciones, hiriéndose y muriendo en muchas ocasiones). Otros que se afectan son los tinglares y los dinoflajelados en las bahías bioluminiscentes.
 
 
autora: Yolanda Michel Martínez Marin
 

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